24.9.08

EL FUEGO

Escribe: El Gusano
Surgió una mañana tórrida. Mis sueños pintaban los muros y se derretían así.
En algún momento una reacción sacudió ésta incertidumbre. Me asomé por el borde de una cama y vi un abismo debajo. Un mar de colores, un arco iris resbaladizo. Y descendí sin pensarlo, hasta caer y no asimilar regreso alguno. Ahí me encontré con los frutos de Dios y su celeste derrame de amor y pasión entre los hombres. Eran pequeñas burbujas risueñas aglutinándose en mi cuerpo. Y yo escuchaba sus gestos, sus lloriqueos y su eterna fragilidad. Voces que en algún lugar remoto ya había escuchado antes. Pero ahora se manifestaban diferentes, más hábiles.
En un camino venenoso tropecé con una esfera clandestina, que sin embargo desprendía olores nauseabundos. No fue menor mi curiosidad, y la seguí, rodando tras ella, hasta terminar desmembrado en un infierno bestial. Y fue ahí donde mis brazos se movieron hasta encontrar un pedazo de mi piel. Y como obra negra, se regeneraron mis deseos carnales, caminando por los colores pasteles de ésta turbia constelación.
Y yo me sentí dando pasos sabihondos en una tierra inexplorada, y ante los brotes de luz me imaginaba bizarro, más fuerte que la inmensidad.
Así fue el fuego consumiendo mi ensueño, llevándome al deseo más impuro. Y yo, escupiendo sangre por todo el cuerpo, caminé hasta encontrar más burbujas. Caminé hasta encontrar la mancha más sutil de inocencia y devoré su perfección, su ingenuidad.
La tentación se volvió capricho. El capricho se volvió oración. La oración se transformó en agresión y la agresión se transmutó en una salvaje perversión inválida. Pero sus ojos seguían así, cristalinos y dulces. Por eso no me detuve, por eso seguí manoseando su divinidad.
Nací así, sintiendo en altas temperaturas y llorando cuando el río dominaba mi mundo emocional. Y cualquiera que fuera el motivo, mis manos habrían de unirse para conservar algo de esa corriente y llevarla a mis recuerdos otra vez. En el tiempo y regresando de nuevo al fuego, acompañando el crecimiento muscular y el paso de los años explícito en mi piel. Enrojecido el pensamiento, volver a vomitar. Y observar la llama igual que cuando comencé a transpirar.
Y vivir la vida igual hasta dejar de respirar...···
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Imagen: http://www.monzy.org/satanbaby/satanbaby.jpg

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